domingo, enero 07, 2007

Arigato Japón Hachi Hi, Sayonara (Octavo Día)

Con mucho sueño igual que el domingo en Tokio cuando cogimos el shinkansen hacía Kyoto esta vez nos disponíamos con todas nuestras compras marchar hacia Osaka y coger el vuelo de regreso hacía Londres para una vez allí regresar a casa. Dejamos el New Miyako y andando a las 7:15 de la mañana fuimos a Kyoto Central Station a coger nuestro último tren bala, el que nos llevaría a la isla artificial de Kansai donde han ubicado el aeropuerto internacional de Osaka.

Quizás porque eran nuestros últimos momentos en Japón esta vez si me pude mantener despierto durante el viaje en tren y atravesamos completamente la ciudad de Osaka, tenía pinta de ser muy interesante y se veían muchos rascacielos de los que me gustan ver a mi. Me hizo especial ilusión ver por fuera el estadio de Osaka Dome que es allí donde juega el equipo de beisbol de la ciudad. En Japón los dos deportes mayoritarios son el sumo y el beisbol, cosa curiosa siendo un deporte yanki que ha tenido mucha aceptación en Japón.

Al atravesar la ciudad por un largo puente accedes a la isla de Kansai donde empezaba un espectáculo arquitectónico digno de ser visto, como ya he dicho anteriormente por un puente accedes a la isla, dicha isla la crearon los japoneses con unos pilares bajo el mar que hacen que la isla esté protegida ante los terremotos y maremotos, de hecho Kansai tuvo su prueba de fuego al poco de inagurarse que hubo un maremoto en Osaka donde perecieron 5000 personas y en el aeropuerto ni se enteraron. Es el mejor aeropuerto de los que llevo visitados porque además de la impresionante estructura creada para levantarlo está muy bien organizado y es muy agradable, fue nombrado a principios del siglo XXI como uno de las 10 grandes obras de arquitectura del siglo XX.

Sin embargo estar en ese gran aeropuerto me producía pena porque ya me volvía a casa, eran sentimientos enfrentados porque por una parte el viaje sería inolvidable por lo que había estado viendo pero por otra parte tenía ganas de volver a casa, estaba un poco harto de tanta discusión originada por la convivencia y echaba de menos a otra gente en España. En el aeropuerto para que se me pasase esa tristeza pasajera me dedique a hacer compras que ayudan mucho a entretenerte, compré tabaco japonés para llevarme a casa, desayuné en el Starbucks del aeropuerto y compré un par de yukatas, uno de chico para mi y otro de mujer para regalar. Además era muy bonito el paisaje donde veías a los barcos en la mar y casi a la misma altura a los aviones en las pistas de salida y aterrizaje esperaron para salir a sus destinos.

Una vez que ya estamos en la sala de embarque quería olvidarme de todo, me senté sólo y con el Ipod shuffle me puse música antes de embarcar en el avión, sinceramente estaba ya un poco harto de tanta chorrada. Una vez en el avión te das cuenta de que mucho inglés va a Japón y el avión de vuelta no iba a resultar tan agradable como el de ida desde Amsterdam. Los ingleses son demasiado ruidosos y la verdad es que no es agradable viajar con ellos en avión, las veces que he ido a Londres también he tenido esa sensación, yo los denominó los turistas destructivos porque van por todos los lados arrasando donde van, en vez de aportar van destruyendo y creando una imagen bastante hooliganesta de ellos.

La llegada a Londres fue desastrosa, muchos controles en Heathrow a causa de la seguridad y una espera interminable hasta que el avión de Iberia nos trasladase a la T4 madrileña, en total nos tiramos un día entero viajando y se nos hicieron las 23:00 cuando nos encontramos con Madrid. Todos nos despedimos amistosamente del viaje y mi último viaje fue en taxi hasta mi casa, por supuesto que en Tokio no me hubiesen engañado pero en Madrid al cabo de estar una hora allí vuelves a la realidad de la picaresca.

Queria terminar estos relatos sobre este viaje dando las gracias al escritor japonés nacido en Kyoto Haruki Murakami, sus libros son preciosos y en este viaje visité algunos de los sitios donde se ubican sus novelas, las sensaciones que tienes cuando lees un libro de Murakami fueron las mismas que cuando te encontrabas en algún lugar donde se han desarrollado algunas de sus historias, más de una vez me sentí como Toru Watanabe en su novela 'Tokio Blues', aunque a mi lado nunca estuvieron ni Naoko ni Midori. Gracias a Murakami tuve algunos de los instantes más felices que pasé en Japón y me imaginaba en el club de jazz que estuvimos en Kyoto que el camarero que allí se encontraba en un tiempo fue el propio Murakami cuando tuvo su propio club de jazz.

jueves, enero 04, 2007

Arigato Japón Shichi Hi (Séptimo Día)

Para crear el mundo Dios al séptimo día descansó pero nosotros creando nuestro particular mundo oriental tampoco descansamos al séptimo día, íbamos a seguir descubriendo el mundo tradicional japonés en Kyoto. Como ya no sentíamos los gemelos de nuestras piernas este día lo denominamos el día en que iremos a todos sitios en taxi. Para empezar el día nada como una buena visita a la estación central de Kyoto y desayunar un poco de repostería de allí, al igual que en Tokio se lo curraban cantidad y salimos muy contentos de allí. Nada más salir de la estación te encuentras con la Kyoto Tower que fue convenientemente fotografiada, había bastante ajetreo por estas calles porque muchos negocios ya están ubicados por esa zona, recuerdo pasar por delante de la puerta del Kyoto Bank.

Allí teníamos todos los taxis del mundo a nuestra disposición y acordamos que la excursión del mediodia y ya que en Tokio no pudimos ver el palacio Imperial pues veríamos el Palacio Imperial de Kyoto que es donde vivía el emperador en la época en que Kyoto fue la capital del reino. Para entrar al palacio tienes que apuntarte a una lista porque tiene que visitarse con guía, la chica de la recepción te indica a la hora que tienes que estar en la puerta para el comienzo de la visita (ha sido la única vez en mi vida que he ido con guía a algo pero fue inevitable). Como disponiamos de tiempo antes de la visita al palacio visitamos los alrededores donde había pequeños templos (uno de ellos parecia de coña dedicado al cochino jabali je, je). También y con una valentía impropia en mi di una vuelta alrededor del palacio para ver algunos jardines que están por fuera. Digo valentía porque hay que echarle narices para que estes a principios de agosto en medio de una isla del Pacífico a pleno sol, la humedad y el calor era insoportable.

La visita al Palacio comenzó sobre las 14:30 del mediodia, en toda la cúspide de calor, allí estábamos con algunos turistas españoles y una guía japonesa que hablaba en inglés, que era bastante guapa pero que llevaba un sombrero ridículo para esconderse del sol. No hice apenas caso de sus explicaciones, el Palacio era muy bonito y merece la pena verlo, sobre todo por sus jardines que están muy cuidados y son muy agradables a la vista. La chica guía siempre fue muy amable pero entre el inglés, el calor y que estaba con la cámara intentando sacar lo mejor posible los jardines no hice mucho caso. Además del palacio todos le sacamos fotos a ella.

Descansamos un rato en el bar al lado del palacio porque era un día de verano que te hace pasarlo mal, tras refrescarnos y buscar nuestro amado nuevo medio de transporte esta vez nos dirigimos al templo que hay que visitar si alguna vez vais por Kyoto, el templo que está más al norte de la ciudad, el templo de Oro, uno de los templos más bonitos del mundo, para este había que pagar entrada pero es una preciosidad, ante un gran lago y unos jardines cuidados con esmero se erige un templo que obviamente no es de oro pero su color aúreo se refleja en las aguas del lago, la verdad es que es un sitio muy romántico y varias parejas de jóvenes japoneses estaban por allí paseando con el traje tradicional japonés que es el yukata, recuerdo a una pareja que los dos eran muy guapos y varias personas les pedían que se hicieran fotos junto a ellos. La visita no solo se restringe a ver el templo sino que hay todo un complejo alrededor de él con varios senderos donde el agua cae por entre las piedras, esculturas y continuas subidas y bajadas en cuestas algo abruptas. Una cosa tradicional pero que huele a turismo eran los tablones donde la gente colgaba un papel que sacabas de una máquina donde te vienen reflexiones y predicciones para el futuro, luego colgabas el papel en los tablones y asi se cumplían los deseos buenos. Recuerdo que en mi papel decía varias cosas que eran ciertas.

Todas estas visitas eran bastante turísticas y aunque se ven cosas bonitas a mi particularmente me cansa mucho porque el ambiente no me es el adecuado y me resulta bastante cargante, prefiero las muchedumbres que van al trabajo o a comprar como me pasaba en Tokio, gente que estaba haciendo su vida cotidiana e intentando sobrevivir, la vida turística me aburre porque todo el mundo tiene como una felicidad hipócrita de estar viendo algo donde la mayoría son inexpertos en esa materia que están observando, es como estar en un concierto de David Bisbal porque es un espectáculo pero que no te interesa para nada. Te dices que curioso pero no te llega, no te hace sentir.

Tras esta visita se acabó el turismo porque era insoportable seguir, algunos se fueron a la Kyoto Central Station de compras y yo estuve por los alrededores de la estación viendo los restaurantes que había y comiendo algo, los restaurantes tenían la curiosidad de que los platos que ofrecen fuera en una mesa los tenían expuestos y estaban super cuidados, tras una breve vuelta me retiré al hotel a descansar un rato y arreglarme para lo que iba a ser, esta vez sí, nuestro último homenaje gastronómico en Japón.

Nos dirigimos al restaurante 'The Oriental River', uno de los sitios más considerados de Kyoto, el restaurante está a la orilla del río y cenas en una especie de terraza donde se mezclaban la alta alcurnia de la ciudad con algunos extranjeros, era una sensación parecida a estar en La Habana en medio del capitalismo. La cena se compusó de un menú de degustación donde te ponían un montón de platos con pequeñas raciones, todo estaba buenísimo, quiero destacar un plato donde probabas un pescado que es el mejor que he comido en mi vida, yo dije, está tan bueno que parece carne. Todo estaba muy oscuro porque la iluminación era mediante antorchas y velas, lo que le daba al sitio un aire misterioso y encantador.

Al terminar la cena pasabas a una especie de zona chill out como diriamos en occidente pero que allí era con música tradicional japonesa o músicas occidentales como el jazz y en unos cómodos sofas continuabas la noche. En nuestro último homenaje nos bebimos unas botellas de sake, un cocktail y luego pasamos a las copas, el sitio era muy relajante y cada rato veias pasar a japonesas con sus yukatas acompañadas de hombres de negocios. Brindamos no se cuantas veces por haber hecho el viaje y disfrutamos del momento entre risas y ya relajados.

Nuestro último contacto con Kyoto fue dar una pequeña vuelta otra vez por Gion y despedirnos de la ciudad. Una vez llegados al hotel nos disfrazamos con los kimonos que todos los días te dejaban en la habitación e hicimos un poco el tonto delante de las cámaras de video compradas en Tokio. Me hubiese apetecido una despedida más tranquila pero no pudo ser, eso sí, antes de ir a dormir delante de la ventana de la habitación que daba a un enorme patio super currao del hotel busque la luna de Kyoto fumándome otro cigarrillo japonés, fue mi particular despedida de Kyoto. Por la mañana nos esperaba el aeropuerto de Osaka, pero eso se contará en otro post.

miércoles, enero 03, 2007

Arigato Japón Roku Hi (Sexto Día)

Los lunes son los días de la semana que la gente más odia y en Japón no iba a ser una excepción porque mira que es una putada acostarte casi a las 4 de la madrugada y levantarte el lunes a coger un tren para Kyoto a las 8:15. Con un sueño que nos superaba cogimos todos nuestros trastos (no veas la de compras que hicimos en Tokio) y abandonamos nuestro querido Shiba Park, nuestro último paseo en la urbe rodeado de tokiotas que iban para trabajar y que llevaban su desayuno al trabajo. Para coger el tren bala teníamos que desplazarnos a Tokyo Central que no estaba muy lejos de Hammatsucho y no tardamos apenas, el tren salia a las 10:10 destino Kyoto y a las 9:30 estabamos en la estacion. Yo aproveche para desayunar en la estación y asi entrar con alguna sensación distinta al sueño en el tren.

El sistema de ferrocarril japonés es yo creo lo más eficiente del mundo, los trenes bala son denominados shinkansen y su puntualidad es espartana. Por fuera es como si te montarás en un tren AVE español y de hecho es que en España se inspiraron en este tipo de trenes, por dentro son más antiguos que los AVE porque datan de los años 70. Tras varias fotografías en el andén y entre de nuevo una muchedumbre de gente y altavoces que te decían cosas que no entendías una azafata nos dirigia al tren y nos indicaba nuestros asientos. Fue salir de Tokyo Central y después de una parada en otra estación de la compañía JR nos quedamos todos dormidos en nuestros asientos como si fuerabamos bebes. La distancia entre Tokyo y Kyoto son de unos 500 km que el tren se los hizo en 3 horas y media, asi que a las 13:30 aproximadamente nos encontrabamos en Kyoto en la estación central, otro monumento al transporte que han levantado los japoneses que detallaré en otro parrafo.

Para llegar a nuestro hotel en Kyoto era mucho más fácil que en Tokio porque se encontraba enfrente de la estación central de tren, asi que andando con las maletas en 5 minutos estábamos en la recepción del hotel New Miyako. En Kyoto desapareció la sensación que tanto me agradaba de la muchedumbre porque Kyoto es una ciudad milenaria donde viven un millón y medio de habitantes, no era la asfixia que tanto me gustaba de Tokio con once millones de habitantes.

Como somos unos valientes sin descansar ni nada nos piramos del hotel para ver los templos más representativos de Kyoto a mediodia en pleno mes de Agosto. Como dije en el primer post la excursión a Japón iba a ser una mezcla de tradición y modernidad, la tradición iba a venir por Kyoto. Al principio dimos un paseo por la ciudad y mediante el mapa nos dirigimos a nuestro primer templo que es de los más famosos de la ciudad, Kyoto consta de unos 2000 templos budistas o sintoistas y aquí ya no me se los nombres de los templos porque era un auténtico lío para un occidental. Esta ciudad en la Segunda Guerra Mundial la dejaron tranquila de las bombas porque el gobierno japonés pidió por favor a los americanos que no la bombadearán debido a su interés cultural.

Os había dejado en el primer templo, en este había que pagar entrada pero vale la pena, por fuera estaba rodeado de jardines y por dentro era espectacular, delante nuestro teníamos 1000 guerreros de oro, ni que decir tiene que era patrimonio de la humanidad esos guerreros, por dentro no se podían hacer fotos para su cuidado. Lo que me resultó curioso en esta visita era lo mal cuidado que estaban los alrededores del templo, bastante descuidado el barrio. Al lado de este templo se encuentra el museo nacional de Kyoto con tan mala suerte que solo estaba cerrado los lunes, así que nuestra visita entera a Kyoto iba a ser a templos.

Sin comer y porque nosotros lo valemos seguimos dándonos un paseo por la ciudad, a pesar del cansancio cuando te encuentras en una ciudad nueva te apetece pasearla y conocerla y por eso el esfuerzo bestial que estábamos haciendo. Acábamos por el centro de Kyoto y allí había otro gran templo donde la entrada era gratuita, debía de ser muy famoso también porque había varias excursiones de niños coreanos allí. El templo tenía dos peculiaridades, el gran tatami que por dentro te hacía sentir muy a gusto y fuera del templo una fuente de cuya cabeza del dragón salía el agua.

Con la cabeza del dragón ese me refresqué un poco y ya me dije que el esfuerzo había terminado para mí, que no andaba más. Kyoto tiene metro pero para dos días que ibamos a estar allí no merecía la pena estar aprendiendoselo y que los taxis no eran caros. Así que entre 5 personas nos salía bastante bien movernos en taxi y así ya nos recogimos al hotel para descansar un rato y salir de noche a ver que ambiente tenía la ciudad.

Antes de la salida nocturna comentar el parrafo prometido sobre la estación central de Kyoto, era una mole modernista donde se ha rodado alguna que otra producción japonesa, el equivalente al Shinjuku de Tokio pero mucho más moderno pero no tan grande como el Shinjuku. La estación es una ciudad en si y se encuentra lo más al sur de la ciudad, los japoneses fueron junto a los americanos los pioneros en tener una buena red de transportes y por eso son dos civilizaciones tan avanzadas. Ahora mismo Kyoto es una de las ciudades más visitadas en Japón por su cultura milenaria y por su facilidad de acceso, junto a Osaka y Tokio son las tres ciudades más visitadas de Japón, sin embargo ciudades como Sapporo o Hiroshima no son tan visitadas.

El reverso de esta estación tan moderna es el barrio que rodea a esta estación, es un barrio nuevo donde básicamente hay dos tipos de negocios, hoteles para el turismo (de hecho nosotros estabamos en uno) y grandes recreativos de pachinko. El pachinko es el juego de las máquinas tragaperras en Japón, si alguien sabe como se juega a eso que me lo expliqué también porque no logré entenderlo. Cerca de nuestro hotel había una gran edificio que era como un mall gigante dedicado al pachinko, no vi nunca a un occidental jugando a ese juego.

Y ahora ya nuestra salida nocturna, cuando más feliz fui en Kyoto, esta vez nos pinchó Dave para salir porque no se encontraba bien y se quedó descansando. Yo había leido que el barrio de Gion era lo mejor de Kyoto para salir de noche y con un taxi desde el hotel hacía allá nos fuimos, la dirección para que te lleven es sencilla, le dices al taxista a Gion Corner.

Este barrio es conocido porque es el barrio donde residen la geishas y el barrio es muy antiguo con casas de madera pequeñitas y paseando ves alguna que otra maiko (aprendices de geisha) saliendo de esas casitas. El encanto que tiene el barrio es impresionante y no nos pudimos quedar a cenar por ahi porque era un poquito tarde y tuvimos que salir al boulevard de Gion lleno de neones a cenar en un garito chino que por supuesto nos trataron estupendamente. Seguimos paseando y te encontrabas riachulos rodeados de plantas con más templos y todo era muy bonito, muy idílico. La noche terminó en un club de jazz en Gion en la planta sexta de un edificio. Fue el sitio más bonito que estuve en Kyoto, el camarero parecía sacado de película y el sitio también, era como encontrarte en una de esas películas de Wong Kar Wai donde te puedes enamorar perfectamente de la chica equivocada, la música preciosa y hasta en el baño tenias un cuadro de la actriz francesa Jeanne Moreau, la protagonista junto a Mastroianni de 'La notte', una película que recomiendo a todo el mundo ver.

Todos fumamos unos Black Devils que llevaba encima todavía y que con Jack Daniels solo con hielo aumentan su sabor. Con los ecos de la música del club resonando en mi mente y escuchando en el taxi de vuelta al hotel a Nat King Cole nos recogimos para dormir, aún quedaba por delante otra día más en Kyoto y muchas cosas más por suceder.

martes, enero 02, 2007

Arigato Japón Go Hi (Quinto Día)

Como todo domingo que se precie en Tokio no iba a ser menos y tras tantos sucesos de fin de semana el domingo lo íbamos a dedicar un poco al descanso y relajarnos en nuestro último día en la urbe. Nos lo tomamos tan tranquilamente que ni el servicio de habitaciones ya no pudo pasar por la habitación para hacerla. Había muchos planes para hacer y decidimos que podíamos pasar una tarde entretenida comiendo en el barrio sumoka que es Asakusa.

Este barrio era uno de los más conocidos antes en Tokio pero está en franca decadencia, no hay muchos medios de transporte público para llegar allí y la sensación al llegar allí fue muy clara de que hubo tiempos mejores pero ya pasaron. No pudimos utilizar la Yamamote Line para llegar a Asakusa y eso es un hándicap muy grande para llegar a un barrio en Tokio. Una vez en el barrio dimos bastante vueltas porque no nos ubicabamos, recorrimos incluso el barrio de Taito y me pareció que me estaba dando una vuelta un domingo cualquier por Coslada o Alcorcón pero con carteles en caracteres orientales. Por cierto, si alguien me puede explicar como funcionan las direcciones en Tokio le ruego encarecidamente que me lo explique porque no pude entenderlo durante toda la excursión y era una putadilla ver en la guía la dirección de un sitio y no poder encontrarlo.

Ya en el barrio de Asakusa donde veías posters de luchadores de sumo y tras cruzar un puente donde había varias embarcaciones tradicionales japonesas pasamos a uno de los restaurantes típicos japoneses de cocidos. Siendo domingo había que hacerse un homenaje con un buen cocido de pescado japonés. Ni que decir tiene que en el sitio de nuevo fueron super amables con nosotros y nos pudimos entender a pesar de que la carta solo estaba en japonés. Al lado nuestro había un montón de japoneses medio bolingas que se lo estaban pasando muy bien, mientras a nosotros nos preparaban el cocido delante de nosotros en nuestra mesa. Este iba a ser nuestro penúltimo homenaje gastronómico tokiota y nos tiramos dos horas para comer, practicamente se nos hizo de noche en el restaurante.

Nos dimos una pequeña vuelta alrededor del estadio nacional de Tokio de sumo, una visita un tanto friki porque estaba cerrado y es pues como ir a darse una vuelta y ver el Bernabeu pero ya que estabamos al lado pues fuimos a echarle un vistazo. Además el metro pillaba al lado y nos dirigimos a Akihabara que lo teniamos a una estación y como los yenes me quemaban en el bolsillo nos fuimos de compras tecnológicas ya que allí es mucho más barato y con menos impuestos que en España. Lo curioso es como allí a primeros de Agosto te encuentras todo abierto un domingo por la tarde y estaban tan felices, mientras mis amigos miraban lo que había en unos grandes almacenes yo me quedé fumando a la salida y me encontraba en una situación surrealista con un japonés que estaba en la puerta únicamente para darte la bienvenida, unos turcos con un carrito vendiéndote kebaps y encima de nuestras cabeza dos pantallas gigantes de televisión que te transportaban a la película Blade Runner. Si volvias la cabeza hacía la izquierda te encontrabas los raíles del metro y pasando a toda velocidad. De fondo una música de esta ñoña de Japanese Pop, todo bastante surrealista.

Me fui hacía el hotel para llevarme las compras a la habitación para poder hacer nuestra última noche en Tokio. Como siempre se nos hizo tarde y mi intención era haber llegar antes al barrio de Harajuku y ver el ambiente que tenía la calle Takeshita un domingo por la noche, pero tardamos un montón y nos encontramos la calle vacía y llena de cajas de las ventas de esa tarde. La calle Takeshita es una de las calles más famosas de Tokio y es la calle principal de la moda, un equivalente a Carnaby Street en Londres, un gran arco te da la bienvenida a la calle y luego por los callejones anexos a Takeshita te encuentras tiendas de los diseñadores más modernos, me pareció muy curioso encontrarme la tienda de la diseñadora Viviane Westwood en Tokio, esta diseñadora fue la que vestió a los Sex Pistols mientras fueron un grupo de punk y fue porque el manager de los Pistols Malcolm McLaren era la pareja de Westwood por esa época. Me dio un poco de pena haberme perdido el ambiente de un domingo por la tarde allí, quizás era pedir demasiado porque yendo sólo chicos pues no les interesaba mucho el plan, espero que alguna vez con una acompañante pueda pasear por Takeshita de día, es uno de las cosas que se me quedó pendientes por hacer en Tokio.

Lo que si pudimos hacer por Harajuku aunque ya era muy tarde fue darnos nuestro último homenaje gastronómico en uno de los sótanos de los rascacielos del barrio, Harajuku está muy cerca de Shibuya y pudimos encontrar sitio para cenar. Para nuestra última cena en Tokio elegimos un restaurante muy cosmopolita, le pegaba al barrio en que nos encontrabamos. En nuestro comedor particular para nosotros solos y sentados en el suelo sin calzado nos pusimos a cenar y tardamos como en la comida de ese domingo otro par de horas, apostabamos cuanto iba a ser la clavada pero no fue tanto como imaginabamos. Allí aprendimos una pequeña ceremonia de como beber sake, (para ellos nihon su) tienen la medida exacta de la botella para 5 comensales. Primero te rellenan el vaso para el sake y luego rellenan una especie de cubilete que rodea el vaso y da justo para 5 personas. Perdí la cuenta de las veces que brindamos por haber estado en Tokio y ya era hora de recogernos a nuestro hotel para descansar un poco que al día siguiente nos esperaba el tren bala para llevarnos a Kyoto.

Por última vez y después de haber hecho la maleta me senté en la ventana de mi habitación y como había sacado mucho tabaco para llevarme a Kyoto me fumé un par de cigarrillos Black Devils y con mucha tristeza por abandonar la ciudad me fui a dormir pensando que algún día volveré a visitar la ciudad y que seré una vez más otro de esos personajes anónimos que cruzan Shibuya.

lunes, enero 01, 2007

Arigato Japón Shi Hi (Cuarto Día)

Ya estábamos en el fin de semana que queriamos pasar en Tokio y acostándonos el día anterior a las 7 de la mañana pues nos costó un mundo levantarnos pero había que hacerlo porque este sábado lo íbamos a pasar en el Shinjuku de Tokio, este barrio es donde más caro está el metro cuadrado en Japón, así que os podeis hacer una idea de lo que representa este barrio en Tokio, el cosmopolismo y capitalismo llevado hasta la idea más extrema. Por el poco descanso a mi me dolía bastante la cabeza y andaba bastante despistado pero la excursión mereció un montón la pena.

Directamente nos fuimos a nuestra querida y ya recorrida Yamamote Line hasta la parada de Shinjuku y aquí tengo que contar lo vivido en la estación de Shinjuku, por esa estación deambulan unas dos millones de personas al día, tiene 160 salidas diferentes y allí se concentran todas las alternativas de transporte público. Uno se lo puede imaginar pero hasta que no lo ve no lo cree, es imposible quedar en la estación de Shinjuku, hasta los mismos japoneses se equivocan. La estación en si es una mini ciudad con un montón de oferta en cuanto a tiendas, perfectamente puedes comer en la estación de Shinjuku.

Por suerte no nos perdimos porque teniamos claro que lo primero que podíamos hacer es ir a visitar el gobierno metropolitano de Tokio (Tocho mae), un edificio de unos 160m de altura al que podías acceder gratuitamente y contemplar las maravillosas vistas de la ciudad, veías a tu alrededor otros rascacielos al lado equipados con helipuertos y te sentías muy, muy pequeño. El sitio para ver los rascacielos era muy agradable porque además podías comer allí y un señor estaba al piano tocando música relajante. Abandonamos el edificio no sin antes yo subir otra vez porque me había dejado una de mis cámaras de fotos y paseamos un rato para ver los rascacielos desde abajo y a algunos entrábamos porque en los áticos había restaurantes donde podías comer, era una sensación muy rara que te tengas que transportar hasta el piso 54 para ir a comer. Al final nos entró el mal de altura y comimos en el sótano de uno de esos edificios en un restaurante italiano.

La tarde fue un poco molida porque entre la humedad y el dolor de cabeza no me dejaba disfrutar de lo bonito que me parecia el barrio, vimos una especie de procesión y de danza de unos tipos que iban vestidos de algo tradicional japonés pero no teníamos ni idea de que era, paseamos al lado de la casa de España en Tokio, entramos en el hotel Shinjuku Park Hyatt de Tokio, este hotel es un edificio muy bonito que además tiene dos atractivos, el primero son sus jardines que hay en las plantas 32-36 que no pudimos ver porque estaban en obras y el segundo es ya para los cinéfilos porque en los pasillos de este hotel es donde Bill Murray y Scarlett Johansson se conocieron en 'Lost in Translation'. Para finalizar la tarde llegamos hasta los grandes almacenes de Takashimaya Times Square para poder respirar un poco en el aire acondicionado de la asfixia que teníamos, hubo alguna queja que eso era igual que el Corte Inglés y cierto era pero en la calle no se podía estar.

Cuando cayó la noche a media tarde el Shinjuku se convierte en otro trasiego de personas que van en todas las direcciones, se encienden los neones y la ciudad cambia por completo, las calles están llenas de personas comprando de todo y curiosamente te sigue impresionando de que la ciudad está llena de máquinas de bebidas y no hay ninguna lata tirada por el suelo. Nos topamos con otra procesión tocando los tambores y era el mismo jaleo que si estuvieses en Callao en la campaña de Navidad, lo que pasa es que allí era finales de Julio y todo el mundo estaba trabajando.

Como el día había sido bastante caluroso decidimos ir al hotel a resfrecarnos para arreglarnos y salir de juerga el sábado por la noche tokiota. Para salir nos recomendaron hacerlo también por Shinjuku y hacía alla nos dirigimos otra vez. En una gran avenida de la salida Kabukicho de la parada de Shinjuku encontramos restaurantes de todo tipo y nos adentramos en uno que la carta sólo estaba en japonés y tenias que estar sentado en el suelo. Los camareros una vez más fueron muy amables con nosotros y nos calzamos el enésimo homenaje de comida japonesa que hicimos allí, tuvimos de todo, sushi, tempuras, carnes, etc... todo bien regado con cerveza Asashi de allí.

He de mencionar que la salida Kabukicho del metro Shinjuku es de las menos recomendables para salir de noche pero alla fuimos y no nos encontramos nada raro, eso sí, se notaba que no era muy recomendable, en la plaza había pintas muy raras, algún que otro yakuza paseando y mucha peña durmiendo en las aceras de la borrachera que tenían encima. Nos echamos un amiguete de NY que tenía una novia japonesa, intentamos buscar el Liquid Room que es un club famosete de allí pero que ya no estaba en el Shinjuku, así que en un pub irlandés (apuesta siempre segura en todo el globo terráqueo) nos tomamos las primeras copas de la noche. Los compañeros hablaron con una japonesa que se ofreció a enseñarnos la ciudad pero solo nos quedaba un día en Tokio, ella dice que vendrá por España, quien sabe a lo mejor un día nos la cruzamos por Madrid.

En el irlandés se nos hizo algo tarde y ya estaba abierto el metro, así que fuimos para Shibuya a ver si había algo abierto, en la cuesta de Dogenzaka había varias salas pero llegamos tarde y claro como no entendiamos lo que nos decían pues no nos dejaban entrar a ningún sitio, es más, los porteros nos daban tarjetitas mandándonos a Roppongi Hills que es la zona de marcha donde van los guiris a macrodiscotecas y por lo visto hay bastante desfase y es allí donde las japonesas van en busca de extranjeros. A mi ese plan no me seducía para nada, no voy a Japón para ir a una macrodiscoteca que sería igual que en Valencia y menos ganas me entraban de ver extranjeros borrachos, la mayoría ingleses haciendo el hooligan.

Como ya era de día de nuevo y otra vez nos dieron las 7 de la mañana algunos nos retiramos para ir a dormir desde Shibuya, me enfadé un poco conmigo mismo porque al no conocer el idioma y la manera de salir de los tokiotas sabía que delante de mí había salas y bares que eran de los más importantes de Tokio pero no había podido entrar debido a mi desconocimiento y eso me daba mucha rabia porque al estar en otro país siempre lo que intento es integrarme como si fuera otro más de la población de ese país y ese sábado por la noche no lo pude conseguir. Me mandaban como turista que era a Roppongi a hacer el canelo y yo quería entrar a los clubs donde van los tokiotas.