Arigato Japón Go Hi (Quinto Día)
Como todo domingo que se precie en Tokio no iba a ser menos y tras tantos sucesos de fin de semana el domingo lo íbamos a dedicar un poco al descanso y relajarnos en nuestro último día en la urbe. Nos lo tomamos tan tranquilamente que ni el servicio de habitaciones ya no pudo pasar por la habitación para hacerla. Había muchos planes para hacer y decidimos que podíamos pasar una tarde entretenida comiendo en el barrio sumoka que es Asakusa.
Este barrio era uno de los más conocidos antes en Tokio pero está en franca decadencia, no hay muchos medios de transporte público para llegar allí y la sensación al llegar allí fue muy clara de que hubo tiempos mejores pero ya pasaron. No pudimos utilizar la Yamamote Line para llegar a Asakusa y eso es un hándicap muy grande para llegar a un barrio en Tokio. Una vez en el barrio dimos bastante vueltas porque no nos ubicabamos, recorrimos incluso el barrio de Taito y me pareció que me estaba dando una vuelta un domingo cualquier por Coslada o Alcorcón pero con carteles en caracteres orientales. Por cierto, si alguien me puede explicar como funcionan las direcciones en Tokio le ruego encarecidamente que me lo explique porque no pude entenderlo durante toda la excursión y era una putadilla ver en la guía la dirección de un sitio y no poder encontrarlo.
Ya en el barrio de Asakusa donde veías posters de luchadores de sumo y tras cruzar un puente donde había varias embarcaciones tradicionales japonesas pasamos a uno de los restaurantes típicos japoneses de cocidos. Siendo domingo había que hacerse un homenaje con un buen cocido de pescado japonés. Ni que decir tiene que en el sitio de nuevo fueron super amables con nosotros y nos pudimos entender a pesar de que la carta solo estaba en japonés. Al lado nuestro había un montón de japoneses medio bolingas que se lo estaban pasando muy bien, mientras a nosotros nos preparaban el cocido delante de nosotros en nuestra mesa. Este iba a ser nuestro penúltimo homenaje gastronómico tokiota y nos tiramos dos horas para comer, practicamente se nos hizo de noche en el restaurante.
Nos dimos una pequeña vuelta alrededor del estadio nacional de Tokio de sumo, una visita un tanto friki porque estaba cerrado y es pues como ir a darse una vuelta y ver el Bernabeu pero ya que estabamos al lado pues fuimos a echarle un vistazo. Además el metro pillaba al lado y nos dirigimos a Akihabara que lo teniamos a una estación y como los yenes me quemaban en el bolsillo nos fuimos de compras tecnológicas ya que allí es mucho más barato y con menos impuestos que en España. Lo curioso es como allí a primeros de Agosto te encuentras todo abierto un domingo por la tarde y estaban tan felices, mientras mis amigos miraban lo que había en unos grandes almacenes yo me quedé fumando a la salida y me encontraba en una situación surrealista con un japonés que estaba en la puerta únicamente para darte la bienvenida, unos turcos con un carrito vendiéndote kebaps y encima de nuestras cabeza dos pantallas gigantes de televisión que te transportaban a la película Blade Runner. Si volvias la cabeza hacía la izquierda te encontrabas los raíles del metro y pasando a toda velocidad. De fondo una música de esta ñoña de Japanese Pop, todo bastante surrealista.
Me fui hacía el hotel para llevarme las compras a la habitación para poder hacer nuestra última noche en Tokio. Como siempre se nos hizo tarde y mi intención era haber llegar antes al barrio de Harajuku y ver el ambiente que tenía la calle Takeshita un domingo por la noche, pero tardamos un montón y nos encontramos la calle vacía y llena de cajas de las ventas de esa tarde. La calle Takeshita es una de las calles más famosas de Tokio y es la calle principal de la moda, un equivalente a Carnaby Street en Londres, un gran arco te da la bienvenida a la calle y luego por los callejones anexos a Takeshita te encuentras tiendas de los diseñadores más modernos, me pareció muy curioso encontrarme la tienda de la diseñadora Viviane Westwood en Tokio, esta diseñadora fue la que vestió a los Sex Pistols mientras fueron un grupo de punk y fue porque el manager de los Pistols Malcolm McLaren era la pareja de Westwood por esa época. Me dio un poco de pena haberme perdido el ambiente de un domingo por la tarde allí, quizás era pedir demasiado porque yendo sólo chicos pues no les interesaba mucho el plan, espero que alguna vez con una acompañante pueda pasear por Takeshita de día, es uno de las cosas que se me quedó pendientes por hacer en Tokio.
Lo que si pudimos hacer por Harajuku aunque ya era muy tarde fue darnos nuestro último homenaje gastronómico en uno de los sótanos de los rascacielos del barrio, Harajuku está muy cerca de Shibuya y pudimos encontrar sitio para cenar. Para nuestra última cena en Tokio elegimos un restaurante muy cosmopolita, le pegaba al barrio en que nos encontrabamos. En nuestro comedor particular para nosotros solos y sentados en el suelo sin calzado nos pusimos a cenar y tardamos como en la comida de ese domingo otro par de horas, apostabamos cuanto iba a ser la clavada pero no fue tanto como imaginabamos. Allí aprendimos una pequeña ceremonia de como beber sake, (para ellos nihon su) tienen la medida exacta de la botella para 5 comensales. Primero te rellenan el vaso para el sake y luego rellenan una especie de cubilete que rodea el vaso y da justo para 5 personas. Perdí la cuenta de las veces que brindamos por haber estado en Tokio y ya era hora de recogernos a nuestro hotel para descansar un poco que al día siguiente nos esperaba el tren bala para llevarnos a Kyoto.
Por última vez y después de haber hecho la maleta me senté en la ventana de mi habitación y como había sacado mucho tabaco para llevarme a Kyoto me fumé un par de cigarrillos Black Devils y con mucha tristeza por abandonar la ciudad me fui a dormir pensando que algún día volveré a visitar la ciudad y que seré una vez más otro de esos personajes anónimos que cruzan Shibuya.
Este barrio era uno de los más conocidos antes en Tokio pero está en franca decadencia, no hay muchos medios de transporte público para llegar allí y la sensación al llegar allí fue muy clara de que hubo tiempos mejores pero ya pasaron. No pudimos utilizar la Yamamote Line para llegar a Asakusa y eso es un hándicap muy grande para llegar a un barrio en Tokio. Una vez en el barrio dimos bastante vueltas porque no nos ubicabamos, recorrimos incluso el barrio de Taito y me pareció que me estaba dando una vuelta un domingo cualquier por Coslada o Alcorcón pero con carteles en caracteres orientales. Por cierto, si alguien me puede explicar como funcionan las direcciones en Tokio le ruego encarecidamente que me lo explique porque no pude entenderlo durante toda la excursión y era una putadilla ver en la guía la dirección de un sitio y no poder encontrarlo.
Ya en el barrio de Asakusa donde veías posters de luchadores de sumo y tras cruzar un puente donde había varias embarcaciones tradicionales japonesas pasamos a uno de los restaurantes típicos japoneses de cocidos. Siendo domingo había que hacerse un homenaje con un buen cocido de pescado japonés. Ni que decir tiene que en el sitio de nuevo fueron super amables con nosotros y nos pudimos entender a pesar de que la carta solo estaba en japonés. Al lado nuestro había un montón de japoneses medio bolingas que se lo estaban pasando muy bien, mientras a nosotros nos preparaban el cocido delante de nosotros en nuestra mesa. Este iba a ser nuestro penúltimo homenaje gastronómico tokiota y nos tiramos dos horas para comer, practicamente se nos hizo de noche en el restaurante.
Nos dimos una pequeña vuelta alrededor del estadio nacional de Tokio de sumo, una visita un tanto friki porque estaba cerrado y es pues como ir a darse una vuelta y ver el Bernabeu pero ya que estabamos al lado pues fuimos a echarle un vistazo. Además el metro pillaba al lado y nos dirigimos a Akihabara que lo teniamos a una estación y como los yenes me quemaban en el bolsillo nos fuimos de compras tecnológicas ya que allí es mucho más barato y con menos impuestos que en España. Lo curioso es como allí a primeros de Agosto te encuentras todo abierto un domingo por la tarde y estaban tan felices, mientras mis amigos miraban lo que había en unos grandes almacenes yo me quedé fumando a la salida y me encontraba en una situación surrealista con un japonés que estaba en la puerta únicamente para darte la bienvenida, unos turcos con un carrito vendiéndote kebaps y encima de nuestras cabeza dos pantallas gigantes de televisión que te transportaban a la película Blade Runner. Si volvias la cabeza hacía la izquierda te encontrabas los raíles del metro y pasando a toda velocidad. De fondo una música de esta ñoña de Japanese Pop, todo bastante surrealista.
Me fui hacía el hotel para llevarme las compras a la habitación para poder hacer nuestra última noche en Tokio. Como siempre se nos hizo tarde y mi intención era haber llegar antes al barrio de Harajuku y ver el ambiente que tenía la calle Takeshita un domingo por la noche, pero tardamos un montón y nos encontramos la calle vacía y llena de cajas de las ventas de esa tarde. La calle Takeshita es una de las calles más famosas de Tokio y es la calle principal de la moda, un equivalente a Carnaby Street en Londres, un gran arco te da la bienvenida a la calle y luego por los callejones anexos a Takeshita te encuentras tiendas de los diseñadores más modernos, me pareció muy curioso encontrarme la tienda de la diseñadora Viviane Westwood en Tokio, esta diseñadora fue la que vestió a los Sex Pistols mientras fueron un grupo de punk y fue porque el manager de los Pistols Malcolm McLaren era la pareja de Westwood por esa época. Me dio un poco de pena haberme perdido el ambiente de un domingo por la tarde allí, quizás era pedir demasiado porque yendo sólo chicos pues no les interesaba mucho el plan, espero que alguna vez con una acompañante pueda pasear por Takeshita de día, es uno de las cosas que se me quedó pendientes por hacer en Tokio.
Lo que si pudimos hacer por Harajuku aunque ya era muy tarde fue darnos nuestro último homenaje gastronómico en uno de los sótanos de los rascacielos del barrio, Harajuku está muy cerca de Shibuya y pudimos encontrar sitio para cenar. Para nuestra última cena en Tokio elegimos un restaurante muy cosmopolita, le pegaba al barrio en que nos encontrabamos. En nuestro comedor particular para nosotros solos y sentados en el suelo sin calzado nos pusimos a cenar y tardamos como en la comida de ese domingo otro par de horas, apostabamos cuanto iba a ser la clavada pero no fue tanto como imaginabamos. Allí aprendimos una pequeña ceremonia de como beber sake, (para ellos nihon su) tienen la medida exacta de la botella para 5 comensales. Primero te rellenan el vaso para el sake y luego rellenan una especie de cubilete que rodea el vaso y da justo para 5 personas. Perdí la cuenta de las veces que brindamos por haber estado en Tokio y ya era hora de recogernos a nuestro hotel para descansar un poco que al día siguiente nos esperaba el tren bala para llevarnos a Kyoto.
Por última vez y después de haber hecho la maleta me senté en la ventana de mi habitación y como había sacado mucho tabaco para llevarme a Kyoto me fumé un par de cigarrillos Black Devils y con mucha tristeza por abandonar la ciudad me fui a dormir pensando que algún día volveré a visitar la ciudad y que seré una vez más otro de esos personajes anónimos que cruzan Shibuya.
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