martes, mayo 15, 2007

Obrigado Lisboa (Domingo)

Último día de la semana y nos quedaban algunas cosas por ver y por probar de Lisboa, el tiempo seguía inestable y después de la fiebre del sábado noche pues nos levantamos también bastante tarde, de hecho salimos del hotel a la hora de comer y lo mejor era que antes de movernos por ahí pues tomásemos algo y hacer la excursión de un tirón. Nos quedamos en un restaurante muy cercano al hotel donde Dani solía cenar cuando lo mandan para allá, un sitio de trabajadores, acogedor que me hizo gracia que Dani me preguntase que si me importaba comer allí, lo decía porque la noche pasada como estuvimos en el Cafe La Palma que es un tanto pijo pues no le cuadraba que luego me apeteciese comer allí. Comimos el menú y me pareció muy curioso que en las noticias de la televisión portuguesa no hablaban mas que de inundaciones, del Papa y luego se tiraban como unos 40 minutos hablando de deportes, bueno, de fútbol, hay una gran pasión allí por el deporte del balompié y además podías ir a cualquier sitio y veías partidos de la Premier League inglesa o del Calcio italiano, les encanta el fútbol, es toda una religión allí.

Tras nuestra última comida lisboeta junto a los curris cogimos el metro y esta vez en Entrecampos nos fuimos por el andén contrario y pasamos por la estación de Alvalade, un sitio bastante currao donde se ubica el campo del Benfica, club de antaño que fue campeón de Europa y que disputó grandes partidos con el Madrid en los 60. Todo decorado de rojo y con el águila símbolo de este equipo lisboeta. Continuamos hasta la estación de Cais do Sodré, una de las estaciones más transitadas y famosas del metro. Como decía en el primer post el metro esta muy cuidado y es bastante nuevo, cada estación reúne obras de arte, en esta de Cais do Sodré hay una gran frase puesta y muchos conejos que son una copia del conejo que salía en el cuento de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. La estación de Cais do Sodré no es sólo metro sino un gran intercambiador que tiene estación de tren, tranvías e incluso transporte marítimo ya que está estación se ubica al sur de la ciudad y está a la orilla del Tajo.

Esperamos a que pasase el tranvía para dirigirnos al barrio de Belem pero pasó un autobús que nos dejaba allí así que descartamos coger el tranvía. En el trayecto de autobús vimos bastantes raíles de tren que te llevan a las afueras de la región como por ejemplo a Estoril. El barrio de Belem es uno de los más representativos de Lisboa y su handicap es que está a las afueras pero merece la pena visitarlo por su gran cantidad de obras y por otro motivo que a continuación paso a explicar. En Rua Belem encontramos la pastelería más grande del mundo que te ofrece una especie de tartaletas que son los pasteles de Belem, hacía allá nos encaminamos y pudimos conseguir sitio para sentarnos y tomar un par de tartaletas con un muy buen café. Recomiendo esta pastelería porque es una sensación única para el sentido del gusto. Gente como Madonna cuando va a Lisboa pide de estos pasteles que sólo los fabrican ahí.

Al lado de la pasteleria se encuentra el monasterio de los Jerónimos que es un gran templo donde está la tumba de Vasco de Gama y que es famoso por un bonito claustro que tiene. Vimos la tumba y anduvimos por la iglesia para que Dani hiciese algunas fotos, gran cantidad de personas estaban dando un paseo por allí. Continuamos casi andando a orillas de la carretera y divisamos la Torre de Belem y nos dijimos que para allá íbamos, como teníamos que coger pues íbamos con cuidado de no pasarnos de hora pero nos daba tiempo, así que compramos la entrada (uno que me se yo por edad le hicieron descuento je, je...) y subimos los 6 pisos de la Torre, es un sitio curioso donde oteas el puente del 25 de Abril y ves al Cristo de Corcobado. Con la brisa del Atlántico y siendo domingo pues sientes una gran paz y notas que el viaje ha merecido bastante la pena haberlo hecho. Ya entre risas y caminando a orillas del Tajo pues no podíamos irnos sin ver el monumento a los Descubridores, una escultura construida como punta de lanza hacía el oceano donde están todos los descubridores del continente americano. Había mucha gente por allí haciendose fotos y grupos de latinoamericanos tocando para que les echasen unas monedas.

Fuimos otra vez a los Jerónimos y desde allí pillamos un taxi hasta el hotel para recoger las maletas, aprovechando el mismo taxi pues nos llevó al aeropuerto internacional de Lisboa y allí esperamos pacientemente Dani y yo tomándonos un último birrazo para coger vuelo de Portugalia que nos llevaría a Madrid, fue una suerte que Dani terminase de currar por allí y nos pudiesemos venir los dos juntos. Así en el aeropuerto comentamos un poco el viaje y hablábamos de múltiples temas, este chaval es un poco callado pero cuando habla pues no dice tonterías y es interesante lo que suele contar. El avión de vuelta parecía de juguete pero no hubo problema alguno durante el viaje, llegó a Madrid enseguida y a su hora. Nos fuimos para Cuatro Caminos y hasta aquí llegó mi primer viaje al país vecino. Espero y deseo volver muchas más veces por allí, sobre todo a Lisboa y también me apetece darme una vuelta por Oporto. No entiendo que siendo el país más cercano que tenemos los españoles lo tengamos tan olvidado, me parece un gran país muy desaprovechado que deseo que en el futuro prospere y que sigan siendo tan amables y tan buena gente como se portaron con nosotros.

lunes, mayo 14, 2007

Obrigado Lisboa (Sabado)

Como la noche anterior nos acostamos bastante tarde obviamente nos amaneció también bastante tarde pero estábamos bien descansados para podernos andar bien un montón de partes de la ciudad que quería ver y que a Dani también le apetecía pasear. El día empezó un poco nublado pero luego hacía un sol de justicia que a Dani posteriormente le traicionó ;)

Fuimos de nuevo al metro de Entrecampos y nos dirigimos en la línea amarilla a Marqués de Pombal, allí es donde está la estatua ecuestre de este marqués que tras un gran incendio en Lisboa y por orden del rey portugués se le encargó la restauración de la ciudad, por eso en esta zona tenemos los edificios del llamado estilo pombalino. Bajando la Avenida de Liberdade encontramos entidades bancarias, hoteles y restaurantes en lo que es la zona más llana y lujosa de la ciudad. Según bajamos a nuestra derecha ya llegando a la zona de Restauradores encontramos la zona de teatros que podríamos comparar con la Gran Vía madrileña pero que no tiene nada que ver, es una zona peatonal, tranquila, con mucho barecitos donde la gente se relaja y pasea para comer algo. De hecho como ya era algo tarde para los usos horarios de los portugueses nos quedamos a comer allí. Nuestra primera comida a mediodía allí iba a tratar de platos típicos de Lisboa, como bacalao o marisco y por supuesto regado con cerveza portuguesa Sagres. Por cierto que el tabaco que allí fumaba era de la marca Portugues que fue lo único que encontré que en España no venden.

Tras nuestro homenaje bajamos andando a la zona de Chiado que estaba al lado y vimos otra vez la Plaza del Rossio con los adornos navideños y el teatro de Maria II, ya empezaba a hacer fresquete y aquí es donde a Dani le traicionó el tiempo, como iba un poco de verano tuvimos que pasar a un H&M para que se comprara un jersey porque sino las iba a pasar un poco putas. Tras esto y pasear por la Rua Santa Justa y Rua de Ouro subimos al elevador de Santa Justa, un ascensor construido por uno de los discípulos de Eiffel y que te lleva a la parte alta de Chiado y así llegar otra vez a la Rua Garrett para tomarnos ese café que nos apetecía después de comer en el A Brasileira. Como había dado tanto el coñazo con Pessoa pues Dani me fundió a fotos sentado al lado de la estatua y luego dentro del establecimiento nos tomamos unos cafés que estaban buenisimos, a mi no me gusta el café pero el de allí me encantó.

Siguiendo el mapa por la parte izquierda de Chiado encontramos el tranvía que te pasea por la parte vieja de Lisboa (creo que el era el 29). Lo que pasa es que nosotros estábamos haciendo el recorrido contrario al trayecto de este tranvía y optamos por andar. El objetivo era llegar a Alfama pero todavía quedaban cosas por ver antes de llegar allí. Nuestra primera parada fue en la Praça de Comercio. Es una de las plazas más representativas de Portugal ya que da directamente al Tajo y tiene una puerta de entrada que da con la Rua Augusta que es la calle peatonal del comercio lisboeta, junto con la Praça del Rossio que es donde se originó la Revolución de los claveles forman las dos plazas más importantes de Lisboa. En Praça de Comercio nos hicimos varias fotos, vimos el árbol de Navidad más alto de Europa y enfilamos la rua Augusta para ver si comprábamos algo pero nada nos convenció.

Íbamos en busca del barrio más viejo de la ciudad de las siete colinas, el barrio que me haría recordar muchas cosas de otras ciudades y de otros tiempos pasados. Las cuestas ya aparecían entre las llanas calles que daban a Rua Augusta y cuanto más angosto era el camino más me estaba divirtiendo, desde abajo ya divisiba la casa de Dos Bicos y arriba del todo estaba la catedral de Sé, en ese punto comenzaba lo que más ganas tenía de ver de Lisboa, el barrio de la Alfama. Un barrio muy parecido al Albaicín granadino, de calles muy estrechas, donde los coches no pueden pasar, casas antiguas donde los vecinos ponen sus macetas y pequeñas tascas que nada tienen que ver con un bar. Ya estaba atardeciendo y con el amarillo de las farolas del barrio le daban un aire melancólico a todo. Me gustó mucho pasear por allí porque el Albaicín me parece unos de los barrios más bonitos de los que he estado y Alfama era un clon bastante interesante, subimos un poquito por quitarnos la tontería al tranvía viejo pero apenas estuvimos un par de minutos.

Nos perdimos un poco por las calles y llegamos a un barrio al norte de la Alfama que era más comercial, hubo una cosa interesante en ese barrio y que es que había una pequeña tasca donde estaban cantando fado, un estilo de música para mí desconocido pero que atrae por su tristeza y nostalgia. Poco a poco y ya mirando más el mapa nos reconducimos hacía nuestra última visita del día que era pasear por las calles de alrededor de Castelo de San Jorge. Ya era de noche y habíamos como subido y bajado millones de escalones pero mereció la pena pasear por allí, nos encontramos con muchos turistas procedentes de Cataluña y el empedrado de la zona también me hizo recordar a la zona vieja donde se ubica el castillo de Ibiza. Es una zona que nunca dejaré de recomendar que se visite a pesar del esfuerzo físico que ello supone.

Estuvimos esperando al autobús mogollón de tiempo pero nunca llegaba, así que como la cosa era cuesta abajo nos encaminamos hacía el metro y de paso vimos la animación de la primera hora de la noche que había en el Rossio y en Pedro V, siendo campaña navideña y con el buen tiempo que hacía los lisboetas se habían echado a la calle. Llegamos un poco muertos al hotel pero descansando una horita y con una duchita ya estábamos otra vez en pie para darnos más homenajes gastronómicos. Esta vez Dani me dijo que si me apetecía ver la parte nueva de la ciudad y que además por allí había un par de sitios que indicaba mi guía de garitos de la ciudad. Así que pillamos un taxi y nos fuimos a la parte noreste de la ciudad, donde se ubicó la Expo 98 de Lisboa.

Cenamos en un centro comercial de la Expo, en concreto en el Cafe La Palma, un sitio así pijito para variar, yo me meti un magret de pato que estaba bastante bueno, el sitio también tenía zona de copas en la parte de arriba. Menos mal que mientras cenábamos fue cuando cayó un aguacero que luego después no apareció más. Así que salimos y vimos un poco de lo que había que quedado de la Expo. La Torre y el Puente de Vasco de Gama, el casino de Lisboa y el paseo marítimo. Nos encaminamos por el paseo que para nuestro mosqueo no había nadie, de hecho ya el paseo empezaba a ser tétrico y lúgubre, en la Rua da Cintura do Porto se supone que había unos sitios bastante interesantes por lo que me decía mi guía y lo que nos encontramos fue un polígono de fábricas en su mayoría abandonadas donde en una de ellas y eso no se me va a olvidar en la vida había una fiesta, yo diría que una rave, además que no se me va a olvidar el nombre, era el Armazem 23. La situación era más que surrealista, dos tipos españoles, perdidos, uno con sombrero intentando meterse por un descampado en un sitio que no sabían que era y que dentro sonaba que estabas en el infierno. Al final optamos por marcharnos porque era un poco acojonante estar en el extranjero y meternos sin saber a lo que íbamos.

Así que pillamos un taxi y nos fuimos otra vez al centro para salir de nuevo por el Bairro Alto. El taxista estaba loco y después del susto que llevabamos encima pues solo nos faltaba que el conductor del trasto que llevaba nos fuera a 140 km pasando por la Praça du Comercio. Esta vez en la Rua Atalaia había mucha más animación que el viernes y las calles estaban a reventar de gente, entre ellos muchos españoles, nos tomamos unas cañitas y unas copas, la primera cañita fue en un bar que era el equivalente al Julio Fuentes de Alcazar. La marcha lisboeta en sábado esta muy bien y puedes tirarte toda la noche por ahí de copas y la peña es muy amable contigo. Terminamos la noche en el club "Fragil" que la noche anterior estaba cerrado y esta vez tuvimos suerte y tenías que llamar y una chica muy rara te decía que valía 10 euros por entrar con consumición. El sitio era muy raro, era un club de electrónica donde había algunos guiris mezclados con gays y que Dani estaba ya cansado y un poco flipando ante la situación. Yo me lo pasé muy bien allí y además le alegré la noche a Dani cuando un pavo se acercó a mí y me empezó a tocar el sombrero y a hablar conmigo. No se que me estaba contando el pavo pero por mi espalda escuchaba las risas de Dani y lo único que quería era pillar nuestro tercer taxi de la noche y volver al hotel que ya era bastante tarde y me había bebido toda Lisboa. Nos quedaba un día y muchas más cositas por ver. Lisboa nunca se acaba.

domingo, mayo 13, 2007

Obrigado Lisboa

Hola compañeros, estamos ante otro de nuestros viajecitos que habitualmente realizamos y que siempre da gusto leerlos en el blog una vez hechos para que el viaje quedé plasmado y que los que han hecho el viaje recuerden lo que por aquellas tierras hicieron. El viaje a Lisboa lo realizamos Dani (mi compañero de piso) y yo, fue a mediados de Noviembre y fue una experiencia muy bonita. Como siempre, empiezo cuando comento una de nuestras excursiones por los agradecimientos y esta vez le doy las gracias de todo corazón a Dani por haberme invitado a su hotel y sobre todo por haberme hecho una estancia tan agradable por tierras portuguesas, me encantó todo el fin de semana y descubrí lo bella que es la capital de este país.

Quiero empezar por unas cuantas de reflexiones antes de comentar lo que hicimos, es sobre nuestro país vecino, un lugar tan cercano pero a la vez tan diferente y distante del nuestro. En Lisboa nada más llegar me recorrió una sensación que nunca tuve en otro viaje y era la lástima y la rabia al ver un sitio tan sensacional pero tan dejado y poco cuidado. Los portugueses son una gente que están como deprimidos por lo que algún día pudieron llegar a ser pero que nunca lo conseguieron. Son personas cultas, con una gran riqueza cultural pero a mi particularmente me dieron una sensación de añoranza, de melancolía, como de rendición de que las cosas son de esta forma y así nos apañaremos.

Una vez hecha esta reflexión que es como un resumen del viaje paso a lo que hicimos por allí que fue un montón de cosas y muy variadas. Mi vuelo de Portugalia con destino Lisboa salió algo tarde desde la T1 de Barajas pero la ventaja de ir a Portugal es que como allí es una hora menos pues aprovechas para irte y apenas tardas porque yo aterricé en tierras portuguesas poco antes de las 8 de la tarde y me había ido de mi casa a las 5:30. El recibimiento fue un poco desilusionante porque ya era de noche cerrada y estaba lloviendo, además en abundancia. El aeropuerto internacional de Lisboa es acogedor, un poco como de juguete, al igual que el Sandro Pertini de Turín, ahí es donde ya me di cuenta de que Lisboa es un sitio encantador pero en el término de que nada es imperial, sino acogedor y familiar.

Esperé a Dani en la cola de la parada de taxis del aeropuerto porque tardó un poco en salir del trabajo, aprovechamos el mismo taxi en que venía y nos dirigimos a su hotel que está en la zona de Entrecampos. Mi primer paseo por Lisboa fue algo surrealista, estás contento por encontrarte a tu compañero de excursión pero también es un golpe ver por primera vez otro país y te das cuenta que es pequeñito, tiene muchas cuestas y que el taxista estaba tan agilipollado como los taxistas que te encuentras por todo el mundo (en eso no cambia ningún sitio). El hotel estaba muy bien, era de 4 estrellas y de hecho no pegaba mucho con el paisaje donde se ubicaba porque al salir de el para ir al metro y tomar nuestra primera cena lisboeta te encontrabas calles un poco desiertas, paraguas rotos tirados entre los matorrales y un molino viejo al lado de la estación de metro de Entrecampos. Capítulo aparte merece el metro de Lisboa, uno de los más bonitos que existen en la actualidad.

Nos dirigimos a la zona sur de la ciudad para ir a la estación de Baixa-Chiado que nos dejaba al lado del elevador de Santa Justa para asi poderle hacer unas fotos nocturnas, como ya era tarde pues no estaba la cosa para dar muchas vueltas, así que nos dirigimos a los restaurantes más cercanos viendo un par de plazas de esta bonita zona, la plaza de Rossio y la plaza de D. Pedro V, antes nos topamos con un tío muy raro que en inglés nos pedía algo de dinero, le dimos un par de euros y el tío sabía también español, un personaje muy peculiar. En el restaurante pues nos dimos nuestro primer homenaje gastronómico portugués, Dani con una cosa de arroz y yo con carne (aunque en Portugal lo que hay que comer pescado). La gente del restaurante muy amables con nosotros y además no hubo ningún problema con el idioma, entienden bastante bien nuestro español.

Después de cenar pues ya si pudimos darnos nuestra primera ansiada vuelta por las calles de Lisboa, tenía ganas de conocer el barrio de Chiado porque es uno de los más antiguos de la ciudad, calles pequeñas con cuestecitas y cafés donde algunos de los personajes de la cultura de allí se mueven, fuimos por la Rua Garrett donde está uno de los cafés más famosos de Lisboa, el A Brasileira, café antiguo que tiene una estatua dedicada a unos de sus ilustres clientes, el gran poeta portugués Fernando Pessoa. Detrás del elevador de Santa Justa te encuentras un boulevar en cuesta donde se encuentran varios de los comercios más importantes de la ciudad como tiendas de ropa y librerias. El encanto residía sobre todo en ir subiendo las cuestas e ir pisando los railes del tranvía lisboeta.

Para tomar nuestras primeras copas nos dirigimos al Bairro Alto, yo llevaba una lista de sitios donde recomendaban ir pero lo importante era saber la zona donde se movía la noche, en el Bairro Alto sobre todo es en la Rua Atalaia, es una larga calle donde muchos tipos te ofrecen costo y está rodeado de bares, bodegas y sitios nuevos de diseño, de hecho allí encontré una tienda de fotografía lomográfica. Nuestra primera copa en Lisboa fue en un pequeño garito donde un brasileño con su guitarra cantaba viejas canciones, pedimos una caipirihna y disfrutamos de la música y de las vistas que las guiris que también había por allí. Me encantó ese sitio y fue uno de los momentos donde más paz y tranquilidad logré allí, se podía decir que estaba feliz de estar allí compartiendo mi copa. Además ya no llovía :)

Seguimos dando vueltas por el Bairro Alto y pasamos a varios sitios, uno de ellos fue algo estrambótico porque era una casa cultural donde había un concierto de un tipo de Nueva York que estaba muy grillao, Dani se tenía que contener para no morirse de risa pero lo que merecía la pena fue pasar a la casa cultural. En Lisboa hubo grandes incendios e inundaciones y ellos han dejado la ciudad algo abandonada, en la zona centro te encuentras varios edificios muy viejos y abandonados (algo que en España ni se te pasa por la cabeza que pueda ocurrir). Siguiendo mi lista de garitos salimos del Bairro Alto y fuimos por calles estrechas, plazuelas con iglesias y te encontrabas los garajes donde guardan los tranvías. Nos dirigimos al BLeza, un bar de musicos de Cabo Verde que fue un gran descubrimiento. El sitio estaba emplazado en lo que era un antiguo palacete en medio de la ciudad, de hecho nos costó algo encontrarlo porque estaba algo escondido pero una vez que llegas y subes por las escaleras te quedas alucinado de que allí ahora se ubique un bar donde hay una orquesta que toca música africana. Es un sitio donde gente más bien madura y africanos van a bailar, merece la pena verlo, no para ir de juerga, en el interior del palacete tenían una exposición de dibujos de niños africanos.

No se nos hizo muy tarde al tomarnos las dos copas que teníamos con la entrada del BLeza, así que continuamos con mi lista de bares y nos encaminamos a la avenida 24 de Julio, fue un buen paseo pero lo que más te apetece el primer día que llegas a un sitio nuevo es pateártelo hasta conocer todas las calles de la ciudad, yo creo que es así como mejor conoces un lugar. Como era viernes algo de animación había pero tampoco era para echar cohetes. En la Avenida 24 de Julio tenía un par de sitios que ya eran discotecas para acabar la noche, pasamos por la puerta de la discoteca Kapital pero no nos dejaron pasar, era obvio y ya nos lo temíamos, porque dos tipos que iban con vestimenta normal, que son chicos y que son de fuera tienen todas las papeletas para no entrar. Antes de irme farfullé con algo de rabia (aunque no me apetecía pasar) que ellos se lo perdían porque me hubiese fundido mogollón de pasta allí, me fastidia mucho el llamado derecho de admisión.

En vez de pasar a Kapital seguimos andando y nos encontramos varios puestos de perritos calientes y hamburguesas como los puestecillos que ponen en las ferias de los pueblos, la gente se agolpaba allí y eso era una fiesta, Dani y yo nos comimos unas hamburguesas con cervecitas y eso me parecía más animado que ir a cualquier discoteca. Pero claro, estabamos al lado del puerto del río Tajo (Tejo para ellos) y hacía bastante frío, así que tuvimos que movernos que aunque en Lisboa no hace mucho frío era Noviembre y con la brisa te quedabas algo helado. Continuamos nuestro camino hacía las Docas que no sabíamos que era y resultó ser un montón de garitos que me recordaban al Maremagnum de Barcelona, así que mal rollito. Habían pasado ya bastantes horas desde que aterricé y siendo las 4 de la madrugada buscamos un taxi que nos devolviese al hotel, todavía quedaba mucho por ver, todo el fin de semana quedaba por delante. Sentados en nuestras camas veíamos el canal internacional y probamos a ver cuantos canales estaban en portugués y en cuantos había subtítulos, por la mañana pudimos ver a Doraemon en español. Antes de dormir me asomé a la ventana, me alegré de que no hubiese llovido durante la noche y me dormí enseguida, signo de que estaba muy a gusto en esta ciudad.