viernes, marzo 21, 2008

Lost In Iceland (Día 6 y Regreso)

Por estas fechas de Semana Santa del año pasado es cuando se va a cumplir un año de que fuimos a este viaje y por eso quiero acabar de relatar el viaje justo en el aniversario de cuando se produjo. Ahora sentado enfrente de la pantalla del ordenador casi justo un año después todavía tengo unas gratas sensaciones al recordar cuando estuve allí, añoro Reyjkavik y en mi mente está la duda de cuando podré regresar a este hermoso país, también tengo la duda de que si regresar allí será bueno porque quizás la magia de haberlo descubierto le quitará el encanto y la visión idealista que tengo sobre ese lugar.

Justo el día de Viernes Santo es cuando Alfonso y yo regresábamos a Madrid vía Londres desde Reyjkavik. Ambos nos levantamos a las 4 y media de la mañana para dejar el hotel de Laugavegur y que nos recogiese el autobús de Iceland Excursions y que nos llevase hasta Keflavik para embarcar a las 7:40. Os podéis imaginar el frío que hacía, era una noche cerrada y aunque el sueño quería vencerme me mantuve despierto para despedirme de la ciudad, recuerdo muy nítidamente que en la calle Hverfisgata miré al cielo para contemplar la última luna de Reyjkavik y esa fue mi particular despedida de la ciudad. Nos llevaron a una central de buses a las afueras de la ciudad y ahí nos metían a todos los turistas en autobuses más grandes para hacer el recorrido hasta la ciudad de Keflavik donde se encuentra el aeropuerto. Serían como las 6 de la mañana y la actividad en el aeropuerto era frenética, un montón de turistas volábamos sobre todo a Heathrow para estar en Londres a la hora del almuerzo inglés. Mis dos recuerdos en el aeropuerto fueron que para pasar a los controles los guardias islandeses tenían una pantalla donde por la pinta que teníamos nos encuadraban en un país u otro, en la pantalla táctil había banderas y uno a uno íbamos pasando y los guardias señalaban con la bandera del país que ellos creían que éramos cada cual. A mi me señalaron como inglés y a mi pobre amigo Alfonso le pusieron Otras nacionalidades, no lo encuadraban ni como europeo.

La segunda anécdota fue el cabreo que me pillé porque en el duty free del aeropuerto las bebidas típicas de Islandia costaban el triple menos de lo que costaba en Reyjkavik, así que si alguien va por allí alguna vez que no sea tan tonto de comprar en la ciudad, que compré en el aeropuerto el alcohol. Desayunamos un poquito por allí y no tardamos mucho en embarcar al avión pero la sorpresa fue que tuvimos que esperar más de una hora dentro del avión con la puerta abierta y congelados porque teníamos que esperar el vuelo procedente de los EEUU para que se vinieran con nosotros los yankees a Londres. Hay que joderse, que frio pasé, tuve que dar mogollón de vueltas por el avión y ni con la manta que me dieron me podía quitar el frío.

Una vez que habíamos ya llegado a Londres en Heathrow nos topamos de nuevo con el mundo real, mucha gente transitando, estrés, desperdicios tirados por el suelo y el caos occidental. Íbamos preocupados porque teníamos que conseguir plaza en el avión de Iberia para Madrid ya que no la teníamos asegurada por el tema de la cancelación de los billetes erróneamente por parte de edreams. Un tío muy amable del stand de Iberia nos consiguió dos plazas y nos fuimos muy contentos a comer a uno de los restaurantes del aeropuerto, yo siempre que voy por Inglaterra al menos una vez me como un english breakfast que me encantan y allí me lo comí leyendo el periódico inglés y viendo el fútbol, por supuesto el desayuno con sus beans. Pude fumarme un par de cigarrillos en uno de los espacios para fumadores del aeropuerto y a partir de ahí ya el regreso a Madrid. Fue un auténtico tostón de vuelo, con el Ipod conectado y bastante cansados, solo nos quedaría la última y desagradable sorpresa.

Al llegar a la T4 madrileña de Barajas fuimos a por nuestros equipajes y el mío salió bastante rápido y respiré tranquilo pero el de mi amigo Alfonso nunca se supo de él ese día, lo perdieron, me dio bastante pena por él e incluso estaba super arrepentido de haberlo dejado allí en el aeropuerto haciendo la reclamación y yo haberme ido a coger el tren que me traía a mi pueblo, me arrepiento y me tenía que haber quedado con él, mis disculpas porque me pudieron las ganas de regresar a casa que haberme quedado poniendo con él la reclamación y no haberle dejado solo, creo que él lo entiende perfectamente y al final menos mal que el equipaje apareció y estaban todas sus pertenencias.

Este fue el día de Viernes Santo del año pasado que pone fin a los relatos de este precioso viaje que siempre recordaré. Me quedo con tres cosas de este periplo, la primera es que encontramos un punto de unión David, Alfonso y yo en este viaje porque no hubo ni discusiones ni malos rollos y todos disfrutamos del sitio cada cual en su estilo, hicimos vida cosmopolita en la capital de Islandia y también disfrutamos de la naturaleza. Las otras dos cosas que me quedan del viaje son relativas a Islandia, primero sus gentes, hay que romper el tópico de que los escandinavos son gente fría y que difícilmente muestran sus sentimientos, no hay que confundir la educación con la frialdad porque los islandeses en lo que vivimos allí fueron personas muy simpáticas y amables, además de estar muy orgullosos de ser de allí. Mi homenaje a ellos lo tengo siempre detrás del monitor de mi equipo porque tengo una bandera del país y no soy yo mucho de tener banderas o símbolos. Finalmente destacar el paisaje de Islandia, es precioso y te da una tranquilidad increíble, es todo árido pero a la vez bello, sus geysers, el blue lagoon, los lagos, las presas y sobre todo la belleza de haber observado la aurora boreal. Una experiencia única que recomiendo a todo el mundo. Me despido de este viaje dando las gracias a quienes lo han leído y que en más de ocasión me han hecho saber que les ha encantado y pasado un buen rato leyendo estos relatos.