lunes, julio 18, 2005

Un moñigon en New York (episodio 5)

Bueno, despues de bares, hoteles, comercios y demás focos de mercado, al fin encontré un par de aspectos por los que NY debe ser visitada: el deporte y la cultura. Si amigos un fin de semana cultural, nos salvó del tedio en que se estaba convirtiendo la gran mazana. Empezamos por el Metropolitan. Una especie de British pero más variado. Pasabamos de las esculturas griegas a los salones palaciegos; o de las armaduras orientales a los indios americanos. Por cierto es curioso que en la sección dedicada a estos aborigenes, solo tengan un expositor con referencias a los primeros norteamericanos. Indignante.
Una más que decente sección de arte moderno y una exposición no-residente dedicada a Chanel, daban el toke vanguardiasta. Pintura, fotografía y una curios recreación de templos católicos medievales, completaban este enorme museo. Bueno, a falta de la terraza. Esta terraza es el punto de encuentro obligado de cualkier visitante al Metropolitan. Ahi podiamos ver a los culturetas con su cocktel de diseño, comentando lo fascinante que había sido la visita semanal. Vistas cojonudas, gente de todos los colores y, de nuevo, altos precios por bebidas exóticas. La anecdota: nos echaron una charla por dejar la copa sobre lo que los conservadores del museo llamaban 'escultura'. No te jode. Cerramos el musedo y a otra cosa mariposa.
Otra cosa que vino en forma de espectaculo deportivo. Ansiosos de ver el Madison x dentro, tuvimos la brillante idea de presenciar en directo el partido que enfrenba a a la Liberty contra las Sun. En efecto, baloncesto femenino. Además, aunke estabamos dispuestos a pagar la 'friolera' de 13 pavos, para promocionar este deporte minoritario, regalaban entradas. Y conseguimos una. Este inmenso coliseo es un lugar idoneo para practicar cualkier deporte. Y lo que más me sorprendió (a parte de, como no, que pudieras comprar todo tipo de chorradas) es lo mentalizada que estaba la peña con el baloncesto; todo la frialdad que demostraban en el día a día se transformaba en pasión deportiva. Gente de todas las razas, con sus hijos, con sus parejas, solos... unidos en un cantico de ánimo hacia su ekipo. Era como una ceremonia, como una enorme celebración en directo. Y no tan solo había baloncesto; en los tiempos muertos podías ver bailes, concursos, carreras ... todo por el espectaculo. Genial. Proximo capitulo: MOMA y Cabaret.