viernes, enero 04, 2008

Lost In Iceland (Día 2)

Tras nuestra incursión nocturna en el Sirkus y haber descansado bastante que ya lo íbamos necesitando el lunes nos tomamos un día tranquilo para ver la ciudad de Reikjavik. Este lunes, primer dia del mes de Abril se supone que por la noche, a las 7:30 nos iria a recoger el autobús de Iceland Excursions para ver la aurora boreal o como dicen alli the northern ligths pero tal como había relatado en mis dos entradas anteriores el cielo nublado impedía ver las luces, así que la excursión fue suspendida hasta que el tiempo no se aclarase, hasta el jueves teníamos nosotros de límite.

Nuestra primera excursión por la ciudad (que no es un bar, que seguro que ya lo estábais pensando je, je...) fue a la iglesia ortodoxa de Reikjavik, está en la parte alta de la ciudad, y es una iglesia muy fea para que nos vamos a engañar, tiene forma de órgano con cada uno de sus tubos y dentro hay un órgano gigante, enfrente de la iglesia hay una estatua del descubridor de EEUU, un tal Eriksson, que por cierto paso a explicar como van los nombres en este país, es muy curioso. Eriksson es el hijo de Erik que le añade la partícula -son que es hijo. Asi por ejemplo si este tipo se llama Magnus Eriksson pues el apellido del hijo que tenga es Magnusson, y si tiene una hija sería Magnusdottir porque para las chicas se pone la partícula -dottir, y no están que si segundo apellido y con complicaciones varias. Así nos pasaba a nosotros cuando pagabamos con tarjeta, siempre nos preguntaban que si que los españoles teniamos 3 nombres, la de veces que tuvimos que explicar la historieta y además lo flipaban, diciendo, pues si que se complican estos.

Recorrimos después toda la calle Laugavegur para ver los comercios y empezamos a notar un sonido que nos seria muy familiar durante los días de estancia allí, cuando pasaban los coches como con un run run de apartar tierra, claro, mirábamos siempre al piso para ver que pasaba pero estaba limpio y es porque las ruedas en los coches allí llevan clavos y el contacto de los clavos con el asfalto produce ese ruido. Bajamos por una calle adyacente a Laugavegur y allí teníamos enfrente de nosotros el océano Atlántico y había al lado del mar una escultura como de un barco pero hecha con tenedores gigantes, una horterada bastante importante pero ya que estábamos pues nos hicimos las correspondientes fotos. Pasear por el distrito 101 (distrito centro) de Reikjavik sino hace mucho frío es un placer, te encuentras con un montón de grúas construyendo, carteles de sex shops, antros nocturnos de mala muerte que de día dices que ahí ni loco pasas y sobre todo lo curioso es la tranquilidad de sus calles, tu te podías meter en el jardín de una casa particular que nadie te iba a decir nada, allí no hay robos. En nuestra querida calle Laugavegur la tienen decorada para los visitantes, te podrías encontrar una bicicleta colgada del hilo de la luz, las casas tenían grafittis y te encontrabas muchos carritos de bebés porque allí los islandenses empiezan a trabajar muy pronto y también se casan a temprana edad. En Reikjavik no es nada raro ver a una chica de 22 años con un crio.

Nos quedamos a comer en esta calle y esta vez fuimos a un italiano normalito, ya era un poquito tarde y no era cuestión de estar dando vueltas y que al final estuvieran todas las cocinas cerradas, recuerdo que después de comer compré hojas de té que aún no he probado y luego después encontré un estanco, aleluya, ahora ya solo el tabaco me costaría 1000 pesetas del ala. Bajamos a la zona de Vesturgata para verlo con más detenimiento y allí se encuentran dos de los edificios más importantes de la ciudad, el Kaffi Reikjavik, que más adelante explicaré que es y el hotel 101 que se encuentra en Hverfisgata 10, que hotel más bonito, es como una casita de madera muy mona y allí es donde se alojan las principales personalidades que han estado en Islandia. Como ya estábamos algo helados por el frío y Kaffi Reikjavik estaba cerrado pasamos a tomar algo a un irlandés que había al lado. Tranquilamente relajados tomamos unos cafés irlandeses y otros pintas y Jameson, ahí de buena tarde ya soplando del frasco.

Seguimos nuestra excursión por la ciudad y llegamos a una zona de patos donde había como una especie de teatro, era una plaza muy bonita donde luego descubrimos que ahí está la sala Nasa, ya el frío te iba haciendo mella y descubrimos un garito de un escocés que nos gustó un montón, muy cerca del parlamento y de donde la noche anterior nos habíamos comido las langostas. Era un tío muy campechano y de ahí conocimos lo bueno que está el whisky Bushmills. Se acercaba la hora de la excursión y fuimos para el hotel a ver que pasaba con la consiguiente desilusión que nos llevamos.

Ya que no había nothern ligths pues nos dijimos que mejor seguir pimplando y bajamos otra vez a la zona de Vesturgata, me tomé un Manhattan en el Kaffi Paris y ya por fin vimos que estaba abierto el mítico Kaffi Reikjavik, este café es famoso porque tiene un bar de hielo dentro del propio café, así que a ello nos fuimos. Tardaron tanto en pasarnos al bar de hielo que a David le dio tiempo a subir al hotel para coger su cámara de fotos. Una vez dentro nos sirvieron una bebida roja que nosotros en plan cachondeo decíamos que nos habian puesto una zarzaparrilla, nos grabamos con las cámaras, nos sentamos en los bloques de hielo y la camarera que era de Polonia nos preguntaba que como éramos capaces de aguantar allí el frío siendo del sur de Europa, fue bastante divertido. Por cierto que la broma de la zarzaparrilla fueron 1400 pelas por barba, esto era una constante en el viaje.

En unos de los hoteles de la ciudad ese lunes se celebraba un concierto porque durante estos días se celebraba el festival de jazz de Reikjavik pero ya era muy tarde y ni siquiera habíamos cenado, lo dejamos para otro día. Esta vez ya cenamos en plan económico y fuimos al garito de kebaps para picar algo que ya con tanto alcohol no era plan de estar con el estómago vacío, nos quedamos con la copla de que en el Kaffi Reikjavik había un buffet de pescado que ya visitariamos otro día.

Nos fuimos a tomar la penúltima como se dice en estos casos y acabamos en un bar super raro, lleno de gente mayor y con tableros de ajedrez con fichas incluidas pegadas al techo de la pared. Molaba el sitio un montón porque era el auténtico bar de losers donde ponían buena música, la gente no te molestaba y con los tableros de ajedrez recordamos que el campeón mundial Bobby Fischer vive allí en Islandia. Tras terminar en el bar este desfilamos hacía el hotel y estaba un poco triste, no conseguía ver la luna de Reikjavik porque estaba nublado y la aurora boreal era una incógnita que nos quitaba el sueño.